Doña Mercedes

Producido por: Felpa Collective

Plática:

Variedades Mercy

E: ¿En qué año vivió en Monseñor Lezcano?

 DM: Del terremoto me fui a vivir frente a la iglesia de Monseñor Lezcano, ahí me casé, y después que me casé estuve viviendo ahí que vivían unas hermanas de mi mamá y compramos esa casa, voy a cumplir 47 años de casada. 

A: ¿Y cómo era el barrio en ese entonces? 

DM: Mire, el barrio Monseñor Lezcano ha sido popular, en el aspecto del carisma de los vecinos, uno en la mañana se levanta: “¿Qué tal, cómo amaneció?” Nunca hubo en el barrio una queja de la Teresa porque era una mujer tan linda que a todo el mundo le ayudaba, a todo mundo le daba, entonces nadie se quejaba. Se llenaba de gente ahí, se parqueaban los carros, nunca le robaron a los carros, nunca jamás. 

Pero el barrio ha sido muy alegre, muy popular, la gente es bien creyona, bien servicial, bien amable, no me quejo de mis vecinos que tuve en Monseñor Lezcano.

Casi 40 y pico de años, 45.

Donde yo conozco a Teresa es cuando ella llega a vivir ahí pegado de donde mí. Una clienta excelentísima, no por el hecho de que me compraba, me llegaba a pagar hasta 3000 pesos de todo lo que se pedía, sino que por el carisma que ella tiene.

Una mujer muy amable, donde ella pegada vivía una señora que murió quemada, pero no sé si la recuerdan, la Sarita, entonces con Sarita ella era muy linda y también Sarita era muy buena con ella porque era parece su empleada doméstica que le hacía todo. Pero a mí me gustaba siempre. Yo me alegraba cuando me decía la Tere: «¡Ve alistate! que hoy va a haber.. este viene aquí, van a grabar, van a…» ¡Eh! ¡Comenzaba a llenar cerveza! 

A: ¡Eran buenos clientes! 

DM: Eran buenos clientes, sí. Tomaban bastante cerveza, buscaban extra light, pero eso sí compraban bastantes cosas para boquita. Esa cuadra era alegrísima y se me llenaba a mí, no me daba ni abasto para despachar. Y yo me alegraba. Ya cuando no había, pues me decía Arthola: «Se acabó», me decía.

E: ¿Y cuándo llegaron ese montón de locos?

 DM: Al comienzo llegó Tere y todo, ya se presentó, «que soy española» y que perepepé. Después fuimos haciendo amistad todos los días, me decía: «No tengo tal cosa» y yo le decía «¡Aquí hay!» o si no la Sarita le decía «Ahí donde doña Mercy hay», «dile que te lo dé y yo después lo pago» y en efecto así era, que un lampazo, que una escoba, que detergente, que todo.  Entonces yo ahí lo mandaba, yo lo apuntaba. Nunca tuve un disgusto, nunca.

E: ¿Y la primera vez que hubo un evento? 

DM: Estuvo muy bueno, yo no sabía, pero me dicen «¡Vaya! Entre a ver»… entonces yo andaba viendo todo. 

E: ¿Se acuerda? 

DM: Claro que sí!, ponían unas chunchas de luces así y otros chunches blancos,  trapos, así ponían unos cuadros, ponían una mujer,un esqueleto, otros  chunches de hierro,  ponían cuadros, bastantes cuadros. Yo me acuerdo perfectamente.

Pero miren, Monseñor Lezcano ustedes saben que es un barrio popular y claro que donde quiera todos los barrios están peligrosos ahora, pero Monseñor Lezcano no deja de ser Monseñor Lezcano. Ahí las Purísimas son enormes, mi Purísima al otro lado brillaba, terminaba hasta de madrugada la Purísima. 

E: ¿Y los altares? ¿Usted se acuerda de los altares? 

DM: Bueno, te voy a contar una anécdota. Viene la Tere y me dice: «Voy a hacer un altar».

“Bueno”, le digo yo.

Ya sabes me dice que la vamos a gritar, vos y yo, cómo no, entonces hacen el altar a la Virgen, una virgen  la pintaron de todos colores, pero lo que no me gustó a mí fue que la bañaron de cerveza.

Y desde allí vino todo caído eso ahí, le digo “ve Tere para que los dejaste”.

E: ¿Y usted se acuerda cuando doña Tere dijo que se iba a ir?

DM:  ¿Para cuando fue? Ahorita ya no me acuerdo. 

A: Como en el 2002 fue, 2003.

DM: No, como en el 2003 se fue la Tere.

 E: ¿Se despidió de usted? 

DM: ¡Ah claro! Hasta lloramos. Es que ella me dijo y yo no le creía, yo no le creía.  Me sentí triste porque una vecina querida, buena y todo, que no se metió con nadie, muy amable, tenía sus detalles bonitos, ella le ayudaba a todo mundo, claro que tenía su carácter que si le hacían algo, se tenía que enojar, era lógico. Pero cuando ella me dijo yo creía que eran mentiras, porque ella es bien bromista, pero vengo yo y le fui a preguntar a Sarita, “cómo no”, me dijo,  “sí la va a vender”, ay Dios mío, se nos acabaron los negocios.

Y la Sarita me dice: “Sí, verdad” porque todos los que llegaban allí querían a la Sarita y le regalaban sus billetitos, entonces le digo a ella: “Se nos acabó el negocio”.

Me acuerdo un día que la Tere estaba en una hamaca y me meto yo y le digo «¡Ideay Tere!, dicen que te vas”, «ay sí, hermana» y ya comienza, abrazos, besos y  todo porque pues ella es bien cariñosa,  y yo dije pues es verdad, yo creía que eran mentiras las que me estaban diciendo entonces bueno, digo yo, ay se me fue y se acabó el negocio de esto.

A: ¿Y cómo eran los eventos? 

DM: Eran muy buenos, muy buenos. Y los pintores eran muy buenos. Y no crea llegaba gente de riales, gente de posición y yo soy pobre, pero yo miraba ahí porque me decía la Tere «Este es apellido tal, este es tal». Anduvo también la Katia Cardenal, llegó, llegó pelito largo, el hermano que es el que les digo que llegaba con un animalito. Vieras que amable fíjate que me compraba la leche en bolsa, me compraba torta para darle a su animalito. Mucho amor le tenía.

Pero llegaba bastante gente y se llenaba toda la cuadra de allá y la de enfrente. Sí, se llenaba todo en la noche, sí que le diga Raúl y va a ver.

E: Me imagino esa bulla.

DM: Pues fíjate que nunca nadie se quejó porque ellos estaban adentro se iban a sentar donde mi que había una banca, pero nunca pues nadie de los vecinos al contrario los vecinos estaban alegres porque se iban a asomar, los cuadros, todas las cositas que los muchachos hacían. Ponían sus veladoras, muy bonito y grande, porque se expandía y el piso rojito bien brillante.

A: ¿Cuando llegaron qué pensaba no solo usted sino la gente del barrio, de ellos que llegaban con cosas raras?

E: ¿No había rumores?

DM: Sí, bueno, lo que ellos decían era que había un esqueleto y había un -cómo hago para explicarte-, algo de hierro.  Entonces había gente que pasaba y llegaban a la pulpería y me decían «Doña Mercy, ¿no hacen brujería allí?» “No hacen brujería, no” le digo, y ya les explicaba. «Es que a veces tiran unos olores»… Pero no le digo yo «Y está lleno hay gentillal que hay ahí fiesta?», ya les explicaba yo: No, “Ahí es Artefactoría y llegan bastantes pintores, artistas y todo.”

Artefactoría a mí no se me olvidará nunca, aquí lo tengo en mi mente y en mi corazón porque yo viví junto ahí con ella.